La población en riesgo de pobreza en España es del 27’8%. Los menores de 16 años con un indicador de pobreza suponen el 31’8%. El desempleo en los menores de 25 años es del 29’6%. En primero y segundo de la ESO los alumnos con suspensos son en torno al 30% del total de estudiantes. Si arreglamos esta última cifra, arreglaremos todas las demás.
Los premios Nobel de economía de 2019 —el indio Abhijit Banerjee, la francesa Esther Duflot y el estadounidense Michael Kremer— ya lo demostraron en la India, en Kenia y otros países. Tanto la salud infantil como la adquisición de conocimiento en la escuela son la solución a la pobreza extrema. Con el conocimiento, los maestros y profesores protegemos a las niñas y a los niños, es decir, a todas las personas, de la pobreza.
Siempre se ha dicho que las personas que saben música no viven marginadas: pueden ganarse la vida tocando un instrumento o enseñando a tocarlo. Los profesores, por tanto, tenemos que estar haciendo que los estudiantes aprendan para llegar a ser autosuficientes.
Se puede tener formación sin ir a la universidad —formación autodidacta o formación profesional—, pero se debe tener una competencia en alguna habilidad. Se debe dominar una actividad o conocimiento que no tengan los demás y por lo que estén dispuestos a pagar. De ahí que sea tan importante aprender, ser educado, ser honrado y tener formación de calidad.
Inspirar hacia el aprendizaje
Como dijo Audrey Hepburn, actriz, modelo, bailarina y activista británica: «Una educación de calidad tiene el poder de transformar sociedades en una sola generación; proporciona a los niños la protección del peligro de la pobreza que necesitan». Es evidente que el conocimiento es lo único que nadie te puede quitar. Inspirar hacia el aprendizaje a lo largo de la vida, la creatividad y la curiosidad es la clave del saber.
El conocimiento está en todas partes y de todo se puede aprender. Hay gente que es muy consciente de ello y eso es un valor añadido: el conocimiento está en los libros, aunque también está en internet, en los medios de comunicación o en las personas expertas que saben de un tema, sobre todo está en los libros ya sean escritos o audiolibros.
Aunque la mayoría de los niños y las niñas muestra un gran interés por un tema determinado, seguro que todos son buenos en varios ámbitos, en varias facetas, en diferentes habilidades y destrezas. El maestro debe darles oportunidades suficientes para que las descubran. Nadie puede ser bueno en algo que ignora. Para lograr este autoconocimiento del alumnado, no hay que cerrar las posibilidades de realización de las tareas, como si el trabajo fuera un tubo, sino que hay que plantear tareas abiertas, como si el trabajo fuera un abanico. Te invitamos a ver «El trabajo abierto: La diversidad como ventaja».
Los únicos que pueden cambiar la escuela son los maestros
Francesco Tonucci, pensador educativo, pedagogo y dibujante italiano, dio una conferencia en la Universidad de las Islas Baleares. Previamente, le había entrevistado el Canal 4 de televisión de Baleares. En la entrevista dijo que la escuela no se puede modificar con leyes y sí con buenos profesores. Así pues, Francesco Tonucci presenta un modelo educativo que no viene de arriba, de la política, sino que nace en las escuelas, en las aulas, en cada uno de los maestros.
Tonucci dice: «Detrás de todo esto hay una ilusión, que como casi todas las ilusiones es falsa: que la escuela se puede modificar con leyes y aparentemente cambia todo. De hecho, la escuela no ha cambiado casi nada; los únicos que pueden cambiar la escuela son los maestros.
Los niños tienen derecho a la educación formal, a la escuela… Bueno, yo creo que esto no significa tener derecho a una silla y a un pupitre, o a un libro de texto; significa el derecho a tener un buen maestro.
Hasta que no consigamos que todos los niños, todos los alumnos y todas las alumnas tengan buenos maestros, nosotros no tendremos una buena escuela. Una escuela que ofrezca a todos los niños la posibilidad de desarrollar sus características, sus potencialidades, sus vocaciones y no solo las pocas que esta escuela tradicional considera como las competencias escolares que son lengua, matemáticas, ciencia y nada más. Con lo cual los que caben adentro se salvan y son buenos y los que están afuera fracasan.
Si uno nace músico, o nace bailarín o nace artesano, debería poder encontrar una escuela que valorara esto, y lo hiciera llegar a ser el mejor artesano, el mejor bailarín… Porque esto es la posibilidad de ser felices y de encontrar trabajo».
Véase la entrevista a Francesco Tonucci en: «Els únics que poden canviar l’escola són els mestres».
Todos podemos quedar totalmente marginados
La pobreza nos puede parecer un problema alejado, reducido o minoritario en sociedades desarrolladas como la nuestra. Pero debemos tener en cuenta que por mucho dinero y éxito que uno tenga, a cualquiera, en unos días u horas, se le puede torcer la vida. Todos somos susceptibles de sufrir un vuelco y quedar totalmente marginados. Adquirir algo inmaterial como el conocimiento y la formación es lo que nos protegerá definitivamente contra la pobreza.
El conocimiento y la formación junto con la honradez son las claves del presente y del futuro de la persona.
Ciertamente, a todos nos deslumbra nuestra propia luz. El objetivo de la labor docente debería ser que los niños y las niñas aprendan en la escuela de esta manera. Se debería lograr que todas aquellas personas que se pasan la vida haciendo un trabajo que no les gusta y que no les mueve, que no disfrutan o, incluso, sufren con desgana, tengan la oportunidad de conocer diferentes posibilidades y dedicarse a una actividad profesional que les llene, sea coherente con su manera de ser, de sentir, de estar y, así, sean felices y brillen por dentro y por fuera para iluminar con su luz a otras personas y a un mundo que tiene zonas opacas.
La importancia de los padres y los profesores
Los niños y las niñas son la base de la sociedad y, como padres, podemos aportarles dos herramientas básicas para su futuro inmediato: enseñarles a ser personas honradas y facilitarles la formación que les permita estar preparados. Valorar a los docentes es esencial.
Encaminar a los hijos desde pequeños hacia la honradez, hacia la buena educación en valores positivos, hacia el cumplimiento de las normas. Por otra parte, dar valor a la escuela, al estudio y a los profesores y profesoras es la mejor inversión que como padres y madres podemos hacer. Este es el mejor camino en el que podemos guiar a nuestros hijos e hijas. Si lo hacemos así, a corto, medio y largo plazo en la inmensa mayoría de los casos veremos los resultados.
«O educación de calidad o extinción humana».
Com sempre un plaer i un aprenentatge continu llegir els textos del mestre Ballester!
Tot un referent d’honestedat i benfer!