La mayoría de los conflictos sociales y familiares tienen un reflejo en el aula escolar, en realidad lo que ocurre en el aula es una copia de la sociedad, a pequeña escala. Los hurtos y los robos que hay en la sociedad, se han presentado antes en las familias y en las escuelas, por ejemplo cuando un padre o una madre deja que los hijos cojan una chuchería o un caramelo de un comercio y no lo paguen, o que traigan a casa cosas que saben que no son suyas. En las clases también se producen pequeños hurtos, es habitual que un niño diga: «Me han quitado el bolígrafo».
Los hurtos y los robos
En nuestra sociedad existe la propiedad privada, ¿y dentro de la familia? Pues también. Todas las cosas son de una persona porque las ha comprado con su dinero o porque alguien se las ha regalado. Para utilizar una cosa que es de otra persona de la familia —sea niño, joven o adulto— hay que pedirle permiso para asegurarse de que la pueden —y quieren— prestar. Aunque tus hijos sean pequeños, no les puedes quitar una cosa a un hermano o hermana para dársela a otro. Y mucho menos una cosa que le han regalado. Tampoco debes quitarle a tu hijo algo y dárselo a otro niño de otra familia sin que él lo sepa. La mejor manera de evitar que nuestros hijos hurten o roben es respetando su propiedad privada.
Aunque los padres son los responsables de administrar normalmente los bienes de un menor, como por ejemplo el dinero que tiene en su cuenta bancaria, es recomendable pedirle permiso y siempre hay que administrar sus bienes de manera adecuada.
Cuando prometamos dar dinero a un niño, a una niña, a un joven o a un adulto se lo tendremos que dar cuanto antes y no se lo podremos quitar después. Tenemos que seguir la máxima de que «lo que se da no se quita». Si no lo hacemos así, además de incurrir en una falta de educación, estaremos dando un mal ejemplo a nuestros hijos y, probablemente, ellos harán lo mismo cuando sean adultos.
Sustraer o robar en una tienda o supermercado.
Sustraer o robar, por ejemplo, en una tienda o supermercado una manzana, o sustraer material de nuestro lugar de trabajo —tanto si son folios o fotocopias personales, como si son bolígrafos usados— es una mala costumbre. Si lo hacemos alguna vez, lo haremos también, ocasionalmente, con nuestros hijos delante. Con esto podemos provocar, en primer lugar, que vean los hurtos como algo cotidiano y frecuente y que, por ejemplo, en la escuela quiten el material escolar y otros objetos a los compañeros; en segundo lugar, podríamos provocar que en el futuro robaran cosas de más valor o más grandes, ya que desde muy pequeños habrían visto la sustracción, el hurto o el robo como cosas habituales.
Bajo ningún concepto permitas que tu hijo o tu hija traiga a casa cosas que sabes que no son suyas. En tal caso, lo acertado será acompañarlo, preguntar por la persona responsable, y decirle a tu hijo que devuelva el objeto a su propietario. Además, debe pedir disculpas y si ha producido un perjuicio económico, lo debe pagar con su dinero.
No dejes que tu hijo coja una chuchería sin pagar.
Dejar que nuestros hijos cojan, por ejemplo, una chuchería o un caramelo de un comercio y no lo paguen es una negligencia. Por supuesto, tampoco lo tenemos que hacer nosotros. Si sobre el mostrador de un establecimiento hay caramelos y se ve de manera muy clara que están ahí para que los cojan los clientes, tenemos que preguntar por favor si es posible coger uno. Todos sabemos por qué.
Conviene que les expliquemos a nuestros hijos que:
1- Coger algo de otra persona sin su permiso es inadmisible. Si «sin querer» se «ha tomado prestado» algo y uno se da cuenta después, eso se debe devolver a su dueño, se le han de pedir disculpas y se le han de dar las gracias.
2- Si «aparece» en su bolsa de deporte la camiseta de deporte de otro niño, esta se debe devolver, aunque él ese día haya vuelto a casa sin su camiseta. Cada uno debe tener la suya. Si se considera necesario, habrá que explicar el problema al club deportivo y encontrar, en colaboración con este, una solución argumentada, dialogada y explicada por la persona responsable del equipo al grupo de niños, o jóvenes. Pero tu hijo debe entender que no se puede quedar con una prenda que no sea suya.
3- Conviene pagar las cuentas y los impuestos. Si en una tienda te han fiado un producto y has dejado a deber todo o una parte, tendrás que pagar la deuda el mismo día o tan pronto como sea posible. En cuanto a los impuestos, en muchas ocasiones, el deficiente funcionamiento de una determinada administración se debe a las malas prácticas de los administrados. La educación fiscal es importante y tu hijo debe saber que pagar los impuestos es propio de un buen ciudadano, de un ciudadano solidario con los demás. Pagar los impuestos significa contribuir a la mejora de los servicios públicos de tu pueblo, ciudad o país.
Prevenir y solucionar antes.
Cuando una persona hace un desfalco o roba un banco, en la mayor parte de los casos, en su infancia, cuando iba a una tienda cogía una chuchería sin pagar y los adultos no decían nada, luego hurtó algo en el supermercado, después una bicicleta, luego un coche y cada vez cosas de más valor. Si cuando ocurrió lo de la chuchería o después, por ejemplo, con las rodilleras de fútbol o con el sacapuntas divertido del compañero de clase se hubiera corregido la situación y se le hubiera enseñado lo que es la propiedad privada y la propiedad pública, probablemente no habría ido a más. Cuando se llama a la policía puede ser demasiado tarde. Los niños no saben lo que los padres y los profesores saben, se lo tienen que enseñar, prevenir y solucionar antes y decirles que eso no es suyo, no lo toquen o usen sin permiso. Evidentemente, explicarles todo esto a nuestros hijos será inútil si nosotros no lo cumplimos también.
Me han quitado el bolígrafo: la propiedad privada.
Es habitual que se produzcan pequeños hurtos en el aula y que un niño diga: «Me han quitado el bolígrafo». Generalmente, cuando se produce esto es porque los estudiantes no saben la diferencia entre la propiedad pública y la propiedad privada. Esto es lo que no saben y tienen que aprender.
El primer o segundo día de clase, reparto la lista de material. Esta lista dice que los alumnos tienen que traer dos bolígrafos azules —por si uno se gasta—, una goma de borrar, un lápiz, sacapuntas, lápices de colores, tijeras escolares, rotuladores, etc. Hay que tener la precaución de saber quiénes son aquellos alumnos cuyos padres o madres realmente no pueden comprar el material por falta de recursos económicos para comunicarlo a los responsables de la escuela y solucionarlo. Muchas veces, ocurre que un niño —o niña— le quita el bolígrafo o el lápiz a otro porque él —o ella— no lo ha traído o no tiene. Dar la lista de material y revisar el material de cada estudiante cada quince o veinte días —sobre todo, durante los primeros meses— hace que la mayoría de pequeños hurtos desaparezcan porque cada alumno tiene su propio material y no tiene que ir pidiéndolo a los demás ni quitárselo.
Por otra parte, si han hurtado un estuche, por ejemplo, no conviene reñir a todo el grupo ni decir que no saldrá nadie hasta que aparezca el estuche. Actuar así no facilita que reaparezca el objeto: se crea miedo al castigo y, además, el docente corre el riesgo de quedar desautorizado porque los niños, necesariamente, van a salir del aula cuando se termine el horario del colegio.
Es mejor explicar tranquilamente el concepto de propiedad pública y privada y decir que no se va a castigar a la persona que lo haya hecho. Hay que aconsejar, simplemente, que quien haya hecho «la broma» de quitar el estuche lo devuelva y solucione su error. En la inmensa mayoría de los casos, el estuche será devuelto a su dueño y se resolverá el problema. Si quitamos el castigo, quitamos el miedo al castigo. Por consiguiente, el niño—o niña— reflexiona, piensa que su conducta no ha sido adecuada y lo devuelve. Aprende del error.
En cuanto a la diferencia entre propiedad pública y privada, una posible manera de enseñarla de manera significativa es, por ejemplo, explicar la diferencia entre una y otra y, después, ejemplificarla: esta camiseta, estos pendientes, esta mochila… son de uno u otro estudiante; son propiedades privadas porque son objetos comprados por los padres y madres o regalados por otros familiares, o comprados por el estudiante en cuestión con el dinero de su trabajo. Por eso, nadie se puede adueñar de esos objetos: ni otro alumno ni el docente.
La mesa, la silla, el pupitre, etc., son propiedades públicas en los centros públicos porque se han pagado entre todos gracias a los impuestos. Las personas y las empresas pagan tributos y con ellos podemos mantener las carreteras, los semáforos, los bancos de las calles, las farolas, los médicos y enfermeros, los maestros y profesores, la Policía, los funcionarios, el Ejército, la Guardia Civil, los bomberos, la Justicia etc. Los alumnos, a continuación, pueden confeccionar un cómic que explique lo que es la propiedad pública y la propiedad privada. En este caso, hicimos el cómic sobre los bancos que había puesto la Asociación de Madres y Padres (AMPA) en el patio del centro educativo porque, después de un mes, uno de ellos había sido ensuciado con pequeños dibujos, firmas, etc. Se había dañado la propiedad pública[1].
También comentamos la fotografía de un cartel en la verja de un terreno de propiedad privada y hablamos sobre el peligro que supondría entrar dentro. Además del peligro de caer o herirse al encaramarse a la valla, observamos que, en algunos países, uno correría el riesgo de perder la vida porque la invasión de una propiedad privada se podría contestar con un disparo por parte del propietario o la policía.
Finalmente, comentamos de manera individual varias noticias del periódico sobre dos robos, unas pintadas en las paredes, en la naturaleza y en los vagones de los trenes. Esto lo podemos hacer por escrito, a modo de comentario de texto y opinión personal.
[1] Ver en RENFE comunicación: Varios medios de comunicación publicaron recientemente una noticia insólita y, a la vez, alarmante: en Europa existe el «turismo del grafiti» ferroviario. https://www.renfe.com/es/es/grupo-renfe/comunicacion/te-contamos-mas/grafiteros-vandalismo-sin-fronteras
Este artículo forma parte del apartado los hurtos y los robos del libro La importancia de educar. Claves para tener vínculos sanos y positivos. Antoni Ballester. Editorial Círculo Rojo. (2021) pág. 80-82.
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